HISTORIA DEL MONASTERIO


Se inician las obras de construcción del convento de religiosas clarisas franciscanas en Mula el 19 de mayo de 1680, dándose por concluidas cinco años después. La fundación fue promovida por fray Pedro de Jesús (Pedro Botía Peñalver) en el año 1667, bajo patronazgo de D. Juan José de Austria.

Se toma como ubicación, en la zona alta de la villa, la de una antigua ermita en honor a la primera patrona de esta ciudad, Ntra. Sra. de los Olmos, de la que se tiene constancia desde el año 1343.

El nombramiento de primera abadesa a Sor Mariana de Santa Clara por parte del Ministro General de los franciscanos en España el 9 de mayo de 1677, hace que las primeras religiosas que ocupan el monasterio procedan de las Descalzas Reales de Trujillo.

La categoría de Real viene dada desde su fundación, ya que su patrono D. Juan José de Austria indica explícitamente que a su muerte el patronato de dicho convento recaiga en la corona española, de este modo por real cédula del 28 de febrero de 1687 lo aceptará Carlos II.


Las obras de ampliación y mejora de instalaciones en el monasterio son constantes adentrándose, con algunos paréntesis debidos a momentos de crisis económica, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las añadiduras concluyen con la incorporación de una nueva ala aneja al edificio original, que correspondería a las dependencias para confesores y donados (encargados de recoger los donativos y limosnas para la clausura).

Por otra parte la iglesia había permanecido con su estructura renacentista hasta que el 12 de agosto de 1700 se finaliza la ampliación de la zona del presbiterio, contratándose con el artista Fco. José del Castillo la ejecución de un retablo para el altar mayor en esa misma fecha, de cuyo proyecto queda constancia en descripción transcrita, pero del que sabemos se retrasaron las obras, aunque en 1717 ya se habían realizado obras en el exterior para la fachada y las gradas de subida al atrio. Lo sorprendente es que pocos años después (1721), se alerta por parte varios maestros alarifes del peligroso estado del templo y se procede a su demolición parcial inmediatamente, empezando por los coros alto y bajo.

La nueva iglesia se abre al culto el 26 de mayo de 1731, pero otras obras se van realizando con posterioridad. Así en 1737, se terminan el camarín, capilla mayor y sacristía. Hacia 1739 se inician los trabajos en el recubrimiento decorativo del camarín, que de forma incompleta se puede contemplar hoy en día. En 1752, se le encarga al artista lorquino Ginés Romero el dorado del retablo.
De la primitiva fábrica renacentista de la ermita de Santa María de los Olmos sólo queda la torre del campanario, de sólida arquitectura de sillares. En uno de sus muros se encuentra la inscripción que data su inicio en el mes de febrero de 1506, obra del maestro extremeño Francisco de Campos y Marco.

El Real Monasterio de la Encarnación se halla íntimamente unido al hecho de la aparición de El Niño de Mula al pastor Pedro Botía. Fray Pedro de Jesús (Pedro Botía Peñalver) fue el promotor de la fundación del Monasterio en 1667.

Una vez asentado en la corte, como consejero del hermanastro de Carlos II, don Juan José de Austria, el ya lego franciscano Pedro de Jesús hizo todo lo posible por lograr la fundación en su villa natal del convento. Como ya había otro de su orden, levantado en el siglo XVI, optó por que el nuevo templo fuese de las hijas de Santa Clara de Asís.

En cuanto a personas relacionadas con lo que es propiamente la construcción del Monasterio, cabe destacar a Francisco de Campos y Marco, extremeño y maestro de obras de la torre-campanario de la antigua ermita de Ntra. Sra. de los Olmos, actualmente sustituida por el Monasterio de La Encarnación.

(fuente: regmurcia.com)



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